martes, 4 de diciembre de 2012

NO SUPE



Para mi sobrina mayor,
la primera de mis princesas.



Te conocí un diciembre, como este, pero 15 años atrás. Hacía calor, como hoy y venías en pañales a upa de tu mamá. No supe en ese momento, que ese bebé que no tenía aún un mes de vida, iba a ser mi sobrina por siempre apenas unos días después.

Tenías la piel rosada y suave y un halo de ternura infinita en la expresión. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Te tuve en brazos casi desde el vamos. Fuiste mi primer bebé, mis primeros pañales, mi primera mamadera, mis primeras canciones infantiles y mis primeros relatos.

Tuve el privilegio de ver cómo crecían tus hermosos rulos, cómo te salían los dientes y cómo los perdías. Para vos inventé el sillón de los cuentos, ese que luego usaron todos los niños de la familia. En ese sillón humano, entre mis piernas, he narrado más de cien veces la historia de las princesas bailarinas que arruinaban sus zapatos… “ota ves, tía… ota ves”.

Me hiciste dibujar y jugar a las muñecas, ver en la tele las mellizas que eran tres y recorrer doscientas jugueterías para conseguir el vestido violeta para la Barbie.

Recibí de tus manos la alianza de casamiento. Fuimos al cine, al teatro y a comer un helado. Elegimos los vestidos para tus cumpleaños y la lámpara para el cuarto.

Aprendiste a hablar, a dibujar, a leer, a contar. Descubriste a Papá Noel, a los Reyes y al ratón. Creciste y tuve la suerte de estar ahí. Hablamos por teléfono, miramos tus cuadernos, nos prestamos algún libro y jugamos al diez mil.

Año tras año cociné tus roscas de Pascuas y compré huevitos aunque no los comieras. Aún están en mi heladera todos los imanes que me hiciste y tengo una carpeta con decenas de “cuadritos” que me dibujaste y cajitas de madera que me pintaste.

No supe hace 15 años que tendría una sobrina para toda la vida. Lo supe unos días después. Y supe también que te iba a querer todo lo que te quiero, que te iba a acompañar con el corazón por el resto de mis días y, lo más importante, supe que día a día iba a volver a elegir ser tu tía.

Hoy te veo enorme, hermosa, dulce como siempre, segura de lo que te gusta, con la firmeza de una personalidad única que admiro y no puedo más que agradecer a la vida por haberme dado la posibilidad de compartir estos años, por haberme regalado un vínculo que no me dio la sangre sino el amor.

Esta es la edad de los sueños, la de las ilusiones, la de los delirios de futuro. Es la edad de proyectar, de comenzar a delinear un estilo, de elegir, de disfrutar. Es el tiempo para no pedir permiso, para dejar de hacer para empezar a SER. Es el momento de iniciar un camino sinuoso lleno de sorpresas, es la hora de los desafíos, de creerse único, poderoso y audaz. Es el momento de golpearse, caerse y volverse a levantar.

Y para todo eso, voy a estar ahí, para acompañarte, para que me cuentes cómo vas, para que me pidas la ayuda que puedas necesitar, para seguir cocinando la rosca, eligiendo vestidos y leyéndote un cuento cada vez que no te puedas dormir.

No supe en el momento en que te conocí lo que hoy sí sé: que estoy orgullosa de ser tu tía, que estoy feliz de verte crecer y que te quiero con toda mi alma, María Luz. Feliz cumpleaños. Felices 15 años, princesa.


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